El ser humano tiene la capacidad de crear en su mente un universo de posibilidades (así tal cual Doctor Strange puede ver todas las alternativas posibles); normalmente tenemos una serie de espejismos acerca de cómo podrían resultar algunas cosas en nuestras vidas; incluso, somos capaces de imaginar el devenir, hacemos planes a futuro en donde colocamos cosas que no tenemos a mano en el momento, pero que deseamos tener para hacer realidad ese universo alterno en el que vivimos.
Pero, hay una realidad única y verdadera; la vida es algo MÁS ALLÁ DE LOS DESEOS. En días como estos, me llega a la mente una frase muy particular y reveladora, escrita por John Green: ¨el mundo no es una máquina de conceder deseos¨. Y entonces llega la realidad y te hace chocar con las verdades dolorosas de este mundo. Descubres que no importa cuánto seas capaz de dar y hacer por los demás, por mucho que sea, no es suficiente. Te das cuenta, que no vales por lo que eres, vales por lo que los demás piensan sobre ti; entonces ahí, en ese preciso momento, es que te das cuenta, despiertas y descubres cosas, que en la inocencia jamás fuiste capaz de imaginar. Te enteras que poco vale como sea, al final un golpe de realidad te azota y te lleva de 0 a 100 en un instante, Y CRECES; en un microsegundo, tu mundo se transforma y el concepto que tienes sobre la vida, cambia tan rápida y seguidamente, que empiezas a desconocer quien eres.
Crecer duele. Inclusive, si miras unos años atrás y recuerdas los dolores de crecimiento (aunque no se note mucho, yo también los padecí), recuerdo aquellas noches de dolor en donde todas las articulaciones de mi cuerpo se estremecían, al punto que en ocasiones pensé que estaba al borde de la muerte (literal, fui al doctor); y recuerdo como luego de evaluaciones, estudios de imágenes, chequeos y muchas visitas, todos los médicos llegaron a una conclusión: eran dolores de crecimiento. Esos dolores suelen durar poco menos de un año, quizás se extiendan un poco más, pero ¨no vuelven¨. Los doctores nos cuentan que solo sucede una vez en la vida, que solo pasas por ese dolor físico en una etapa de tu vida, cuando tu cuerpo se está transformando, justo antes de la adolescencia.
Lo que no saben los doctores que más adelante vendrán dolores más fuertes, más incapacitantes, dolores que no mejoran con un analgésico, dolores a los cuales no les puedes colocar un compresa caliente para calmarlos, dolores a los cuales no puedes pasarle la mano ¨para sentirte más calmado¨. Más adelante vienen dolores más fuertes, pero no son físicos; vienen dolores fuertes, tan fuertes que lo único que puedes hacer es detenerte a sentirlos para hacerlos parte de ti, esos dolores son los verdaderos dolores de crecimiento.
Cuando el mundo se derrumba, cuando los sueños que anhelabas se caen, cuando conoces personas que se van de tu vida, cuando te traicionan, cuando te abandonan; cuando decides confiar y entregarte al prójimo y te pagan con una moneda de un valor tan inferior al que tu les diste, que solo queda desecharlo y tirarlo a la basura. Nadie habla de esos dolores, que no sanan nunca, solo aprendes a vivir con ellos. Aprendes a no confiar, a no creer, a no sentir. Y te das cuenta que no naciste vacío, es solo que el dolor se lleva contigo tus mejores intenciones para hacerte sobrevivir en medio del descubrimiento.
Un golpe de realidad que nos hace crecer. A veces uno tarda en descubrirlo, ¿Cuánto te tomó a ti?










