Obtener simpatía de quienes nos rodean, es parte de los objetivos de aquellas personas que dependen de la aceptación de un público; comerciantes, vendedores, líderes religiosos, políticos. Es por ello que en ocasiones, los estrategas se toman el tiempo de diseñar medidas de exposición basadas en el populismo político.

El populismo per sé es una medida estratégica utilizada por ciertos Estados en donde los gobiernos de turno se encargan de difundir promesas de alta relevancia para la masa poblacional, prometiendo cambios en asuntos de alta sensibilidad general —seguridad nacional, justicia, transporte, salud, salarios y un sinfín de asuntos primarios que pueden mejorarse—. Sin embargo, en medio de las actuaciones que se encuentran dentro del marco del populismo político, deben cuidarse las formas y medidas que se utilizan para «agradar a la población» y ser gobernantes «cercanos y presentes», ya que puede llegarse al peligroso terreno de la llamada «sobreexposición mediática».
Milton Calopiña (2009), define la sobreexposición mediática como «la exposición exagerada o en demasía a los medios de comunicación. En términos prácticos, es cuando una persona, con o sin consentimiento, planificado o no, tiene una cobertura exagerada por parte de medios de comunicación como radio, televisión, prensa escrita y recientemente Internet».
Cuando vemos alguien a través de los medios, en principio, empezamos a conocerlo, sabemos cómo es, cómo se comporta; observamos sus reacciones y ademanes y nos damos cuenta de sus actitudes más características. Poco a poco, se convierte en algo familiar. Ya aquello a lo que prestábamos mucha atención, pasa a ser algo cotidiano, de lo que ya siquiera nos damos cuenta; hasta el punto de que verlo, ya no representa importancia alguna. En el caso de las figuras de poder, es evidente que la sobreexposición es un arma de doble filo, la cual deber utilizada con sumo cuidado por los estrategas comunicacionales, ya que, si bien puede tenerse la intención de ofrecer una imagen de cercanía —pseudocercanía desde mi perspectiva—, lo cierto es, que a larga, el pueblo Soberano siente, que a pesar de ver su figura de poder todos los días y este ofrecer explicaciones acerca de las problemáticas más mediáticas que pueden estar ocurriendo, no menos cierto es, que ver el mismísimo poder ofrecer excusas a asuntos tan cotidianos y no verlos del todo resueltos, empieza a generar un sentimiento de hastío y apatía por parte de la población hacia dicha figura, creando la necesidad constante y teniendo un recordatorio permanente del deseo de menos palabras y más acciones.
Es importante que los directores de comunicación y estrategas comunicacionales tomen en cuenta que calidad es mejor que cantidad, es mejor reducir las exposiciones públicas y que estas posean un alto nivel calidad en cuanto a contenido e información aportada y no tener un alto número de exposiciones mediáticas, que pueden hacerlo caer en el pozo oscuro de la apatía y el cansancio. El populismo político y la sobreexposición mediática son armas peligrosas, incluso tan letales que pueden costar el poder.
La virtud es un medio entre dos vicios, que pecan, uno por exceso, otro por defecto; y como los vicios consisten en que los unos traspasan la medida que es preciso guardar, y los otros permanecen por bajo de esta medida, ya respecto de nuestras acciones, ya respecto de nuestros sentimientos, la virtud consiste, por lo contrario, en encontrar el medio para los unos y para los otros, y mantenerse en él dándole la preferencia.
Aristóteles